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OIDIO (UNCINULA NECATOR) .
OIDIO  (UNCINULA NECATOR)
Es una enfermedad ampliamente extendida en España que casi siempre hace acto de presencia, y que en algunos años de condiciones climáticas favorables para su desarrollo puede ocasionar, en variedades sensibles y en zonas propensas, la pérdida total de la cosecha.

La temperatura, la humedad y, en menor medida la insolación, son los factores climáticos que condicionan el desarrollo del hongo.

Alrededor de 15ºC la temperatura comienza a ser favorable estando su óptimo en los 25-28ºC.

El desarrollo de la enfermedad se ve favorecido por humedades altas, pero las lluvias abundantes frenan su desarrollo.

El hongo hiberna como micelio en las escamas de las yemas, cuando estas comienzan a desarrollarse en primavera, el oidio también comienza a activarse. El viento dispersa las conidias que germinan rápidamente en los órganos verdes de la vid, constituyendo los focos primarios de infección.

Si las condiciones climáticas son favorables pueden tener lugar sucesivas contaminaciones secundarias.

Al final de la vegetación el desarrollo del hongo se detiene, pudiendo conservarse durante el invierno en forma de micelio en el interior de las yemas (fase asexuada) o en forma de peritecas en los sarmientos (fase sexuada).

El oídio puede atacar todos los órganos verdes de la vid.

- En hojas: Los síntomas pueden aparecer tanto en el haz como en el envés; en ambos casos suele observarse un polvillo blanco ceniciento, que puede limitarse a algunas zonas o bien ocupar toda la superficie de la hoja.

A veces los comienzos de del ataque suelen manifestarse con manchas aceitosas con punteaduras pardas.

En los casos de ataque intenso de las hojas aparecen abarquilladas y recubiertas de polvillo por el haz y el envés.

- En brotes y sarmientos: Los síntomas se manifiestan por manchas difusas de color verde oscuro, que van creciendo, definiéndose y pasando a tonos achocolatados al avanzar la vegetación, y a negruzcos al endurecerse el brote.

- - En racimos: al principio los granitos aparecen con un cierto tinte plomizo, recubriéndose en poco tiempo de polvillo ceniciento, que si se limpia deja ver puntitos pardos sobre el hollejo.

Los daños importantes se localizan en los racimos, ya que los ataque fuertes ocasionan la detención del crecimiento de la piel, por lo que es frecuente que se agrieten los granos y terminen rajándose.